El método de las hermanas Agazzi se basa en la libertad, espontaneidad, creatividad y experiencia personal de los niño/as y en su día a día. Además, la enseñanza debe cubrir todos los aspectos del niño basándose en el principio de globalización, dejando al niño que conozca por su propia naturaleza. La educadora deberá de observar cuidadosamente al niño/a y ayudarles en lo que necesiten.
En la escuela se ha de trabajar a partir del “museo” objetos que los niño/as manipulan con frecuencia y que les son de gran valor afectivo. Es importante para ellas el orden de tipo material moral. Se han de distribuir en el aula de tipo circular, facilitando la comunicación entre los niño/as y la educadora para que este ambiente enriquecedor contribuya al aprendizaje. Y por último, en lo que se refiere a la personalidad, se han de cuidar los aspectos físico, intelecto, ético-social (orden y disciplina), pero no tienen como meta que los niños creen nuevas relaciones sociales más allá del ámbito familiar.
Por otro lado, Rosa y Carolina Agazzi han dejado un rastro en la historia de Italia para la reforma de la educación infantil. La casa de Mompiano ha servido de modelo a otros jardines o escuelas que se levantaron con el nombre de las hermanas Agazzi (se denominan Escuelas Agazzi). Muchos centros en todo el mundo han aplicado este método, pero dando gran importancia a las actividades cotidianas y rutinarias (alimentación, higiene, vestirse…), al ambiente escolar o continuidad de entre el colegio y la escuela. Ellas daban gran importancia a los materiales de desechos, para que los niños/as pudiesen traer cualquier cosa desde casa (cartón, botellas de plástico...) al igual que con materiales naturales (Piedras, castañas…). Sin embargo, en España es donde menor influencia hay de este método, pero existen dos cosas que se las debemos a las Agazzi; el uso de contraseñas y el reconocimiento de cierta función maternal de las educadoras infantiles.
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